La
exposición montada el Palacio Cultural Banamex (Palacio de Iturbide) que abarca
la planta baja y parte del primer piso, exhibe el transcurso de 110 años de
arquitectura y su contexto en México, con investigación y curaduría de Fernanda
Canales, ofrece un catalogo muy valioso nunca antes concentrado de fotografías,
dibujos, maquetas, mobiliario, esculturas, pinturas, planos urbanos y algunas
publicaciones. En el recorrido se aprecia el trabajo de 160 autores y casi 500
piezas, así como videos que proporcionan un acercamiento con algunos autores
que expresan de viva voz su singular interpretación de la arquitectura,
pensamiento y vivencias.
Seis
periodos en orden cronológico estructuran la exhibición en sus cuatro ejes
temáticos; diseño, arte, urbanismo y teoría. En el primer periodo que se titula
“Los inicios (1900-1924)” importantes acontecimientos y avances afectaron a la
arquitectura y transformaron a la capital del país; generándose nuevos sistemas
constructivos, infraestructura y vías de comunicación. En esta época el trabajo
de arquitectos extranjeros dentro de las
construcciones realizadas en México, recurrente durante el Porfiriato,
se vio afectada por el inicio de la Revolución
Mexicana. Posterior a esta lucha, el clima latente nacionalista inspiró una
búsqueda por involucrar y rescatar la identidad del país, y donde destacados
artistas a través del muralismo y su discurso reivindicativo popular, logró
traspasar fronteras y poner a México en el mapa del arte universal.
“La
primera modernidad 1925-1939” es el nombre de la siguiente etapa, años de un
primer racionalismo, con jóvenes y
destacados arquitectos los cuales se convierten en pioneros de la planeación de
vialidades funcionales, acordes con el momento y crecimiento del país. Estos
arquitectos utilizaron adecuadamente los recursos disponibles, bajo la nueva
del corriente
Racionalismo-Funcionalismo, verdadero parte aguas en la historia de
México, plasmando dichas teorías en construcciones modernas y prácticas, como
fueron diversos conjuntos de vivienda popular y escuelas.
El
ambiente posrevolucionario nacionalista y de apertura política, propició un
desarrollo cultural y artístico muy importante, donde poetas, fotógrafos y
pintores, entre otros, pudieron expresarse libremente. Fue también el momento
de convivencia entre las vertientes art déco y funcionalista generando una
controversia ante la conciencia de
optimizar los recursos.
En
el “Periodo heroico 1940-1968” la arquitectura
adquiere fuerza y confianza, la
cual le permite llevar a cabo grandes
obras que ayudan al crecimiento y desarrollo del país, conservando su identidad
nacional pero con un enfoque modernista. Ciudad Universitaria es el más claro
ejemplo de una moderna expresión cultural con una arquitectura internacional y mexicana a la vez. Con la
participación de artistas
extranjeros para la Ruta de la Amistad
durante los Juegos Olímpicos de 1968, se logra utilizar nuevos materiales e
integrar arquitectura, escultura y espacio urbano, transformando la imagen de
la capital en una ciudad cosmopolita.
En
la “Nueva monumentalidad 1969-1989” importantes acontecimientos tanto sociales
como culturales-deportivos conviven con relevantes edificaciones catalogadas
como emblemas o incluso símbolos de preponderancia. La generación de la ruptura
trasciende al caracterizarse por un discurso alejado del academicismo de la
Escuela Mexicana de Pintura, y culminando en el arte abstracto. La crisis de
los ochenta se verá reflejada en una primera
descentralización urbana.
Durante
el “Fin del siglo 1990-1999” se vive un proceso de transición; concluye un
ciclo de arquitectos pioneros de la modernidad, y surgen grupos jóvenes acordes
a un tiempo que avanza a pasos agigantados; la tecnología es aplicada en nuevos
métodos de representación digital. La globalización como parte del desarrollo
económico está presente en esta nueva fase de la arquitectura. Queda atrás la
arquitectura de los grandes conjuntos urbanos
promovidos por el Estado, ante una propuesta que deja de ser utopía y se
materializa en arquitectura sustentable, eliminando modelos y atreviéndose a
implementar nuevos conceptos para hacer frente a una nueva época.
El
último periodo propuesta por Canales, el de la “Primera década del siglo XXI
2000-2010” se reconoce a los arquitectos jóvenes que han intervenido en
proyectos fuera del país, y la apertura para trabajar en equipo con diferentes
corrientes, potencializando las capacidades y habilidades. Esta nueva
arquitectura se ha preocupado también por el futuro de las construcciones y su
cuidado, recurriendo a la implementación de diversos materiales con el fin de
optimizar recursos y tiempo. En muchas ocasiones, la oportunidad y la magnitud
de grandes complejos propician el fenómeno del protagonismo, repercutiendo a
mediano y largo plazo su estabilidad y futuro.
Para
finalizar, la exposición nos muestra la sección, “Publicaciones sobre la
arquitectura mexicana 1900-2010” como sustento indispensable para continuar
documentando y proyectando la obra y pensamiento de los arquitectos de cada
época, ya que estos registros fortalecen la historia, las ideas y los nuevos
caminos por desarrollar la arquitectura mexicana. La expresión representada en
cada ejemplar, habla por sí solo del artista; su ubicación en el tiempo,
espacio y contexto. Por lo tanto considero que cada autor aquí presentado se
convierte en un importante referente en esta línea del tiempo
La experiencia del recorrido que sintetiza poco más de un siglo de arquitectura mexicana, es una gran oportunidad para adentrarnos a la historia de nuestro País desde otra perspectiva, al documentar y generar en cada uno de los visitantes y usuarios, una interpretación propia que permita una mayor claridad, elocuencia y fundamentos en base a los testimonios representados en cada pieza que se expone, en el magnificente pero tal vez no tan adecuado Palacio de Iturbide. El material expuesto brinda un panorama a distintas escalas, que permite una buena apreciación. Sin embargo, como detalles a mejorar, los audiovisuales que son una importante herramienta para reproducir o revivir el pensamiento y reflexión del arquitecto, los considero deficientes en cuanto a contenido y tecnología; y por último, el recorrido puede llegar a ser pesado, a falta de espacios que den oportunidad a ciertas pausas, en este caso indispensables para asimilar mejor tanta información.
Marzo, 2014
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